El concepto de guerra irrestricta fue creado por Qiao Liang y Wang Xiangsui, dos oficiales del Ejército Popular de Liberación de China, en su libro «Unrestricted Warfare» (Guerra Irrestricta), publicado en 1999. En este libro, los autores argumentan que las futuras guerras no estarían limitadas a los campos de batalla tradicionales, sino que incluirían elementos cercanos a la vida cotidiana de las personas pudiendo abarcar una amplia gama de métodos y tácticas, tanto militares como no militares, sin restricciones en cuanto a los medios utilizados para alcanzar los objetivos estratégicos.

Algunos de los métodos que propusieron incluyen:

Ciberataques: Utilización de técnicas de hacking y manipulación de redes informáticas para desestabilizar sistemas de comunicación, infraestructura crítica y sistemas de defensa.

Manipulación financiera: Uso de especulaciones financieras, manipulación de mercados y ataques contra monedas para debilitar la economía de un adversario y minar su estabilidad financiera.

Guerra psicológica: Empleo de propaganda, desinformación y operaciones psicológicas para influir en la percepción pública y minar la moral del enemigo.

Terrorismo y guerra asimétrica: Utilización de tácticas terroristas, insurgencia y guerrilla para desgastar al enemigo y alcanzar objetivos estratégicos.

Manipulación mediática: Uso de los medios de comunicación para difundir narrativas favorables y desinformación, influir en la opinión pública y socavar la legitimidad del adversario.

Los autores también destacaron que la solución a estas nuevas formas de guerra no radica únicamente en la llamada «alta tecnología». Argumentaron que el desarrollo tecnológico no es estático ni sustituye a métodos más antiguos, y que los estrategas estadounidenses, en particular, se habían vuelto dependientes de la tecnología en su pensamiento estratégico.

En un escrito de Lucas Villasenin, publicado por la revista Oleada de Argentina y del cual me permito resumir alguna información a continuación, podemos ver que China ha venido desarrollando una estrategia constante y metódica para cambiar la hegemonía global. (OLEADAS)

China, siguiendo una visión distinta, centró su estrategia de defensa en la protección de su población y en la inteligencia para enfrentar desafíos desconocidos. Esta aproximación se reflejó en la disciplina y control demostrados durante la pandemia de Covid-19 en 2020, lo que contrastó con las dificultades experimentadas por las potencias occidentales para contener la propagación del virus.

La lección clave de la teoría de la guerra irrestricta es que la capacidad de adaptación y la inteligencia para enfrentar amenazas inciertas son tan importantes, si no más, que la tecnología de vanguardia en el panorama actual de seguridad y defensa global.

En su obra, Qiao Liang y Wang Xiangsui ofrecen un análisis geopolítico que desafía las concepciones tradicionales de la guerra y el poder mundial. Argumentan que fenómenos como la Guerra Fría o la Guerra del Golfo no volverán a repetirse, ya que las nuevas dinámicas geopolíticas han redefinido la naturaleza de los conflictos internacionales.

En esta nueva era, la competencia militar entre Estados ya no es el único factor determinante, y el concepto de unipolarismo ha sido cuestionado. En lugar de una sola superpotencia dominante, los estrategas chinos reconocen la existencia de múltiples polos de poder interdependientes, con intereses ocasionalmente alineados.

A pesar de que Estados Unidos sigue siendo una superpotencia militar, la pandemia reveló su vulnerabilidad y su incapacidad para actuar de manera aislada en un mundo cada vez más interconectado. Mientras que Trump desmantelaba o socavaba las herramientas de influencia global de su país, China lograba consolidar su posición como actor global emergente.

China ha promovido iniciativas como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, encontrando aliados en diversas partes del mundo y proyectando una imagen de liderazgo global durante la pandemia. Su capacidad para proporcionar suministros médicos a una amplia gama de países y convertirse en el principal exportador de vacunas fuera de Norteamérica y Europa demuestra su creciente influencia y capacidad de proyección global.